Isabelo Sánchez Gómez
El pasado día 2 de marzo visitó nuestra ciudad el embajador de España ante la UNESCO. Los diplomáticos representan al Estado, generalmente ante otro país, pero en este caso, el ilustre, lo hace ante un organismo internacional. Su designación fue criticada en su momento por la Asociación de Diplomáticos Españoles, por ser un nombramiento de un embajador político, y no diplomático, y él mismo defendió en alguna entrevista la necesidad de ejercer política en lugar de diplomacia ante el organismo de Naciones Unidas.
Apareció de forma imprevista en nuestra ciudad, y los toledanos nos enteramos por la prensa, o las redes sociales, de tan distinguida visita. Pudimos ver al embajador en varias imágenes distribuidas por el consistorio, o en perfiles personales en las redes, aparentemente trabajando en una mesa junto a varios ediles y técnicos del Ayuntamiento, o en compañía de la alcaldesa Milagros Tolón, en distintos escenarios de la ciudad, y/o haciendo declaraciones en una rueda de prensa convocada para publicitar el evento.
Muchos nos sorprendimos de que en ninguna de las imágenes aparecieran miembros de los otros partidos que forman parte la corporación municipal. A una visita de un hombre de Estado parece lógico que debería corresponder una recepción por parte de todos los miembros de la corporación (como días antes se hizo con el nuevo Arzobispo). Sin duda, la importancia de las informaciones que al parecer quería transmitir tan alto dignatario sobre lo que opina UNESCO de Toledo, y de la posibilidad de que la declaración de Patrimonio de la Humanidad de nuestra ciudad se encuentre, o no, en peligro, es un asunto de tanta importancia que afecta a toda la ciudadanía, y no sólo a una parte. En la mesa de trabajo deberían haber estado presentes y participar con sus opiniones todos los grupos políticos, tanto del gobierno como de la oposición. Pero parece que, tal vez, eso hubiera dado al traste con la intención real de la visita, que era sacar al embajador diciendo lo que se quería que dijera ante los medios, y por lo tanto se los dejó de lado, como dicta cualquier manual de democracia.
En consecuencia, si no se invitó al resto de partidos políticos, está claro que no se trataba de una cuestión de ciudad, ni de Estado. Es decir, a partir de esta verdad meridiana no queda más remedio que poner en cuarentena todas y cada una de las palabras que este señor dijo, ya que está claro que la visita fue una visita política. La impresión que produce es que se trató de la visita de un amigo de Milagros Tolón, con el que comparte pertenecer a la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, y al que, en una de las charlas de café en el descanso de alguna de las múltiples reuniones que les ocupan, Milagros, entre risas, le habría pedido que se pasara por Toledo para contarnos lo contentos que están en UNESCO con cómo tratamos el patrimonio en nuestra ciudad, y el embajador, sin duda voluntarioso, y convencido por los argumentos de la regidora, pero sin pasarse antes por UNESCO para preguntar, habría accedido.
La realidad, por tanto, es que la visita fue una cuestión personal y de partido que nada tiene que ver con el título que ostenta el visitante, salvo por el hecho de que durante la cita, invitado y anfitriones se esforzaron por dejar patente su alta dignidad, e intentaron que los vecinos no pudieran distinguir si hablaba en nombre de UNESCO, del Estado Español, en calidad de embajador, o en el suyo propio. Una revisión detenida de las palabras pronunciadas muestran claramente que el señor Perelló no hablaba, por supuesto, en nombre de UNESCO, aunque lo aparentara, o se esforzara por dar esa impresión, que desconoce profundamente la cuestión de Vega Baja y su realidad, y el urbanismo actual de la ciudad, salvo lo que le contaron atropelladamente, que también desconoce la historia patrimonial y urbanística de este espacio, e incluso, que tiene un gran desconocimiento del sitio concreto. Sin embargo, como esperaban de él sus anfitriones, cumplió su cometido, actuar como altavoz y en apoyo, en base al puesto que ocupa, de la política desastrosa que su partido está haciendo en el urbanismo de la ciudad, y de esta forma colaboró en intentar limpiar los "daños colaterales al patrimonio", que sin duda se producirán, si se salen con la suya.
El embajador despreció el informe de ICOMOS, organismos asesor de UNESCO, ignoró intencionadamente el redactado por la Real Academia de San Fernando a petición del Ministerio de Cultura, y a la misma UNESCO, porque por mucho que pretendió hacernos creer que hablaba en su nombre (cuando nadie, salvo sus representantes oficiales, pueden hacerlo), al final, quedó claro que sólo lo hacía en el suyo propio o el de su partido, y por último, desdeñó al resto de ciudadanos que vivimos en esta ciudad y no compartimos lo que se está haciendo, y se quiere hacer con Vega Baja y otros espacios, al dejar de lado a gran parte de nuestros representantes políticos (en este caso desprecio compartido con el gobierno local).
Está claro que lo que ha ocurrido aquí es una visita que nada tiene que ver con lo que UNESCO pueda considerar con respecto a Toledo, o con alguna preocupación por el bien del patrimonio de la ciudad, sino con un beneficio político partidista. Lo que ha ocurrido aquí es una visita del señor Perelló a su amiga Tolón.
Leer el artículo en La Tribuna de Toledo: https://drive.google.com/open?id=1iZxqZm5kPWW7_X4iz6ateaxA7HksyE6N
Lo que dijeron los ignorados partidos de la oposición:
Lo que dijeron los ignorados partidos de la oposición:
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