¿Pero de qué hablamos cuando decimos Plan Especial de la Vega Baja?



Sorprende la reiteración de voces en los últimos días hablando de un Plan Especial para la Vega Baja, unas veces como deseo y otras como hecho consumado, y casi siempre señalando apoyos institucionales conocidos. El concepto Plan Especial se presenta así como panacea capaz de resolver todos los males de la Vega Baja después de años de desigual dejación, pues mientras los restos excavados permanecen en abandono y deterioro, se levantan bloques de más de 5 niveles en la Ampliación de Santa Teresa, se mantiene los 7 en el antiguo Mayol, convertido en insólito centro de mayores por su ubicación, se abren viales, se acondicionan aparcamientos y se alteran tipologías consolidadas, aparte del anterior atentado a los valores paisajísticos y arqueológicos de la Consejería de Obras Públicas. En el Nudo Norte permanece lo que queda de la clínica del Rosario, en zona de inundación y a escasa distancia del cauce. Si a eso se añaden las variopintas edificaciones de San Pedro el Verde, la desorganización de la zona es evidente, y no se ha ido a más porque el POM de 2007 no se ha desarrollado por las razones legales que llevaron a su anulación. Entre las actuaciones existentes quedan los 4 BIC de todos conocidos, separados unos de otros, con límites arbitrarios y sin entornos de protección, que añaden confusión y fragilidad para la conservación del patrimonio. Y también permanece el paisaje y la vista del centro histórico desde la Vega Baja, una de las razones principales que justificaron su declaración temprana como Conjunto Histórico y Ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Hoy, es cierto que ese espacio está necesitado de ordenación, pero, ante todo, de preservación arqueológica y paisajística. Los BIC actuales: el Circo Romano, el Cristo de la Vega, la Fábrica de Armas y el Yacimiento Vega Baja, le dotan de un valor patrimonial del que pocas ciudades pueden gozar, y ese significado se amplía cuando la mayor parte de la Vega Baja encierra otros vestigios del pasado, como revela el que más del 90% de las catas efectuadas, allí donde se llevan a cabo, aporten indicios de antiguas ocupaciones. El problema surge cuando a esos valores se les contraponen intereses especulativos del suelo y cuando el Ayuntamiento y la Junta de Comunidades no sólo no están dispuestos a renunciar a los aprovechamientos reconocidos por el POM de 2007 (el 69,2 % para usos residenciales), sino que los legitiman con la Modificación 28 , con las mismas UA y número de viviendas, aunque se siga en el conflicto permanente con otra legitimidad, la que representan las normas de protección de patrimonio y paisaje desde el Ministerio de Cultura y la UNESCO, también de obligado cumplimiento.


Excavaciones arqueológicas y edificio destinado a uso hotelero esquina Carlos III-Paseo de los Canónigos, Toledo

En ese contexto, este espacio funciona como un «barbecho urbano», a la espera de que el tiempo genere plusvalías para la edificación, pero con un acerbo patrimonial como pocas ciudades y con un paisaje y vistas únicas en el mundo. ¿Cómo entender entonces las declaraciones de que no se construirán las 1.300 viviendas contempladas sobre el «BIC Vega Baja» en la Modificación 28, aprobada por la Consejería de Fomento hace menos de un año? ¿Cuántas se levantarán entonces y dónde? ¿No será, pues, el Plan Especial un instrumento legitimador de plusvalías de las que se viene hablando para compensar la puesta en valor de lo excavado y puntuales prácticas de naturalización, como la precipitada senda peatonal sobre el BIC Vega Baja? Más sorprendente en este caso, cuando después de su presentación en público, con la alcaldesa y altos representantes de la Real Fundación y de la Real Academia de Bellas Artes, hay dificultades para su terminación, prevista para el pasado agosto, por una valla que impide el paso y cuyo levantamiento requiere la autorización previa desde patrimonio de la Junta.

            Por otra parte, y esto es lo fundamental, qué se entiende por ese anunciado Plan Especial, pues está modalidad existe desde la primera Ley del Suelo y Ordenación Urbana de 1956, y ha sido utilizada con fines distintos: como planes de renovación urbana, de saneamiento e higienización, de reforma interior, como el Plan Especial de Reforma Interior de Mejora de las Unidades UA.07+UA.37 del anulado POM de 2007 (en otras palabras para facilitar su identificación por el lector, los bloques en construcción en el barrio de Santa Teresa). Por supuesto, también existen los Planes Especiales para los Conjuntos Históricos en respuesta a la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985, como el de Toledo de 1997, y a la Ley de Patrimonio Cultural de Castilla La Mancha de 2013. Suponemos que el Ayuntamiento se estará refiriendo más bien a lo contenido en la Ley de Ordenación del Territorio de Castilla la Mancha de 2010 (TRLOTAU), en sus artículos 36 y 37.1, si bien dentro de esa figura, como en el concepto de Plan Especial, cabe todo, incluido un número importante de viviendas con el eufemismo de «terminar la fachada de Vega Baja». ¿Tal vez, los bloques recién construidos en Santa Teresa participen ya de esa nueva fachada y de las tipologías que para ella se proponen? ¿Quizás las 300 viviendas del Circo Romano y las 98 del Cristo de la Vega incluidas en la Modificación 28 formen parte de esas intenciones y del volumen de viviendas que se desea conservar? ¿Cuáles son o serán los límites físicos de ese Plan Especial? ¿Cómo se integrarán los actuales BIC en él? ¿Qué ocurrirá cuando se edifique y afloren vestigios arqueológicos como en la construcción del hotel en las inmediaciones del parque Escolar? ¿Qué quedará de la vista protegida del conjunto histórico desde la Vega Baja? Para hacerse una idea basta pasear junto a los recientes bloques de Santa Teresa. ¿No se habrá consumado entonces, eso sí, con un Plan Especial, un autentica expoliación de patrimonio, vulnerando el artículo 46 de la Constitución española y la Ley de Patrimonio Histórico Español? 

Antes de elaborar un Plan Especial y un nuevo POM, ¿no sería preferible reanudar las excavaciones, identificar lo existente y garantizar los valores medioambientales y paisajísticos de la zona, sin los cuáles Toledo perderá su identidad y justificación como Ciudad de Valor Universal Excepcional por la UNESCO? Entonces sí sería el momento de aplicar propuestas para la zona entre las que siempre estarían su naturalización responsable y transformación en espacio de ocio y encuentro para «hacer ciudad» uniendo barrios, como he explicado en múltiples publicaciones e intervenciones. Claro que todo eso requeriría un proyecto integral de ciudad que desde el Ayuntamiento nunca ha existido, por más que desde foros distintos, y la plataforma «Toledo, Sociedad, Patrimonio y Cultura» es uno de ellos, se venga llamando la atención para cubrir esa necesidad, como otras ciudades lo han hecho, Vitoria-Gasteiz es un ejemplo, y por eso figuran a la cabeza de todas las clasificaciones e indicadores de calidad de vida y sostenibilidad ambiental y de desarrollo.

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