Toledo, Vega Baja, ¿La oportunidad perdida?

Francisco Javier Fernández Gamero

Toledo es una ciudad Patrimonio de la Humanidad y su herencia artística y cultural conservada es enorme, pero ahora la ciudad y, por supuesto, sus habitantes e instituciones tienen un gran reto: solucionar el futuro de la Vega Baja e incorporar sus retos al patrimonio común, también europeo y del mundo.

Para los toledanos Vega Baja se reduce a los restos conservados del circo romano, a hallazgos arqueológicos esporádicos y a la leyenda del Cristo de la Vega de Zorrilla, pero hay más, mucho más y eso es lo que pretende desvelar este artículo, que necesitaría continuación posterior.

El CircoRomano siempre ha estado ahí, delante de los toledanos, pero muchas veces invisible a sus miradas. De él sólo se conservan las bóvedas del hemiciclo en hormigón romano, un gran arco tras la Venta de Aires y las cimentaciones de su recorrido. Su tamaño es apenas algo inferior al circo de la ciudad de Emerita Augusta, con una capacidad de unos doce mil espectadores que algunos llegan a elevar a unos veinticinco mil.

De todos los edificios romanos existentes en la zona es el único que ha sobrevivido a las diversas destrucciones que ha sufrido, ya sea en época medieval, como en momentos posteriores. El teatro se situaba a su lado, pero su destrucción final tuvo lugar a mediados del siglo XX al construirse el colegio de Carmelitas.

Junto a estos dos edificios emblemáticos de la ciudad se situaría la calzada que se dirigiría desde Toletum hasta Emerita Augusta por el oeste y a Caesaraugusta por el noreste. En sus proximidades se ubicaría la necrópolis romana que proporcionó tres inhumaciones, una de ellas con un sarcófago de plomo y el ajuar de un médico romano que vivió a finales del siglo II. Junto a una plaza de ungüentos, se descubrieron parte del instrumental, formado por un escalpelo o bisturí, una cucharilla quirúrgica y el mango de una lanceta, decorados con una labor de damasquino con hilos de oro y plata, así como los clavos de unos zapatos y una moneda de Marco Aurelio, con los frenos del bocado de un caballo en bronce.

Así se podría ir visualizando la ciudad de Toledo en época romana. Junto a los restos del circo y el teatro habría que citar los mosaicos de una rica villa bajo la actual Fábrica de Armas que en la primera mitad del siglo XX proporcionó dos impresionantes mosaicos figurados: uno, el de las Cuatro Estaciones, con representaciones de estas en las esquinas, lunetos con construcciones arquitectónicas y en el emblema central una decoración de peces, moluscos y crustáceos; el segundo mosaico representa escenas marítimas asociadas inicialmente a una posible representación de Alejandría y su faro y, más recientemente, se ha identificado con la ciudad de Gades en época romana.

También la citada necrópolis proporcionó una figura de un personaje togado sin cabeza, parte de un sarcófago paleocristiano, así como el reutilizado en la Puerta del Sol con una representación con la negación de Pedro y el gallo, de la misma época.

La imagen de la ciudad romana se completaría con los restos del anfiteatro ubicado en las Covachuelas y el acueducto romano que conducía las aguas hasta Toledo desde la presa de la Alcantarilla en Mazarambroz, entrando en la ciudad por el Cerro Cortado. Así la vieja ciudad carpetana conquistada por los romanos pasaría de ser una ciudad vencida o stipendiaria a transformarse en un municipio romano de pleno derecho, con su Senado municipal y otras instituciones. Esto tendría lugar entre la época del emperador Augusto y la época flavia, en ambos casos en el siglo I de nuestra Era.

El Circo romano ha proporcionado también una fíbula de bronce con una inscripción: M(…) F(…) Sex(tus) y un marfil decorado, parte de la silla curulis de un magistrado, con una representación del mito de Hipólito, hijo de Teseo. Acusado por su madrastra Fedra y condenado a muerte por su propio padre, que ordena la ejecución al propio Poseidón, pero tras la muerte de Hipólito, Artemisa revelaría al padre la verdad. Sería una obra de finales del siglo IV, en época teodosiana, mostrando que en ese momento el circo romano aún estaría en uso.

Reutilizadas en tumbas posteriores conservamos diversas inscripciones funerarias romanas que ponen nombre a habitantes de Toledo: Apicula Valeri (fines siglo I o principios del III), Laurus Serani (fines del siglo I), Marti Q(uinti) P(ompei) (fines siglo I), Prisca uxori (mediados o finales del siglo I), Valerian(us), de fines del siglo I. Zotticus M(artiae) uxori (de fines del siglo II), Aca(…) Qui(…) del siglo I, localizadas en el Paseo de la Basílica, el circo romano y sus alrededores.

Todo este conocimiento sobre el pasado romano de Toledo, del posterior suburbio visigodo con la transformación de la ciudad en Urbs Regia o en arrabal islámico en los primeros momentos de la conquista musulmana estarían en riesgo con los planes urbanísticos encaminados a la construcción del nuevo Cuartel de la Guardia Civil, además de otras construcciones de diverso uso, con los planes urbanísticos para las zonas del Cristo de la Vega, el circo romano o la propia Vega Baja.

Con un estudio del pasado en profundidad el conocimiento de Toledo se vería completado, aumentando las posibles rutas turísticas, descargando al Centro Histórico de una parte de la presión del turismo de masas.

Sería un bello sueño que la excavación y conservación de la Vega Baja de Toledo en sus diferentes etapas históricas fuese el punto de partida para solicitar la capitalidad cultural europea para 2031.