Mole del edificio Quixote Crea. Foto actual: Antonio Zárate |
M. Antonio Zárate Martín, Geógrafo 07/10/2019
La noticia recogida por la Tribuna el 06/10/2019 de la reanudación de
obras del edificio "Quixote Crea", con la asignación de más de 1
millón de € para ello, vuelve a poner de actualidad la desafortunada
intervención que le dio origen en su momento con fines exclusivamente de
propaganda política, y revela de nuevo la consideración que sigue mereciendo a
los responsables públicos de la región y de la ciudad los valores del paisaje y
del patrimonio. El edificio supuso en su momento la desaparición de numerosos
enterramientos de valor arqueológico y la modificación de las ordenanzas de la
zona para permitir unas alturas por encima de las de su entorno, que eliminan
la vista del conjunto histórico desde la Avenida de Europa y que no respetan los
criterios y normas de protección de paisaje establecidas desde la declaración
de Toledo como Monumento histórico-artístico en 1940. Por todo eso, dispuestos a actuar
sobre el edificio, no debería caber más que su demolición, posiblemente la
fórmula más económica para el erario público, o su reducción en altura al menos
para hacerlo compatible con los valores paisajísticos aludidos y no respetados.
Sólo basta pasearse por sus inmediaciones para contemplar el impacto visual de su
mole edificatorio, en competencia visual incluso con la cúpula del Hospital
Tavera.
A todo lo anterior se añade lo disparatado de la construcción de un
edificio que seguimos sin saber exactamente para qué uso, sobre todo en función
de las necesidades reales de la zona y de la ciudad que lo puedan justificar convenientemente
y que, en todo caso, tendrían que haber sido demostradas antes de su
construcción. Mientras tanto el Palacio de Congresos del Miradero sigue
infrautilizado y en aumento los edificios del casco histórico que continúan
desocupados y sin uso, entre ellos numerosos conventos, aumentando así la
atonía funcional de este espacio salvo para un turismo masivo, sobre todo en
ciertos lugares y a determinadas horas. Otra vez más se evidencian los
problemas que supone la falta de modelo de ciudad, denunciada constantemente, y
seguir ignorando que las ciudades, absolutamente todas, exigen una visión global
sostenida a través del tiempo, y nuestra ciudad, por muy archipiélago que sea,
es una, desde Santa María de Benquerencia hasta la Legua, pasando por todos sus
barrios, a uno y otro lado del río, y, esa
realidad, el ser una sola ciudad en su conjunto, exige una visión y un
tratamiento integral de la misma, por supuesto que razonado, razonable y sostenible.
No se puede seguir actuando a golpe de unidades de actuación urbanística
desconectadas del conjunto, de planes parciales, incluso no se pueden acometer
planes especiales sin estudiar sus efectos e impactos sobre el conjunto de la
ciudad.
Toda ciudad es lo más parecido a un organismo vivo, como se ha dicho
tantas veces desde el urbanismo y la geografía urbana, por lo que no se debería
actuar nunca sobre una de sus partes sin prever las consecuencias de esa
actuación para el conjunto de la ciudad. Las ciudades pueden construirse de manera
desorganizada y caótica, al albur de ocurrencias de gestores públicos y de
intereses predominantemente o de manera exclusiva especulativos.
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