M. Antonio Zárate Martín
Plataforma "Toledo, Sociedad, Patrimonio y Cultura"
El 28 de septiembre
de 2019 tuvo lugar la visita organizada por Urbs Regia-Hispania Nostra a
Toledo y su Vega Baja, recorriendo lugares emblemáticos de nuestra ciudad
relacionados directamente con la Hispania Visigoda y los importantes vestigios conservados
de aquella época, como corresponde al hecho de que Toledo fuera capital durante
cerca de 200 años de lo que se puede considerar como el primer estado español,
una vez desaparecido el poder de Roma. La actividad realizada se relaciona
también con el proyecto más amplio de Urbs Regia de mostrar la
aportación del mundo visigodo a la construcción de la Europa actual, de ahí
también sus esfuerzos por integrarlo en el marco de un itinerario cultural europeo
que permita hacer evidente al conjunto de la sociedad el papel que los
visigodos tuvieron en los orígenes de Europa a través de su periplo histórico
por la Europa oriental, península Itálica y sur de Francia hasta afincarse
definitivamente en Hispania, siempre con estrecha presencia de todo tipo en la
Septimania, parte de lo que fue la Narbonense romana.
Columna e inscripción conmemorativa en la Catedral de la consagración en católico de la Iglesia de Santa María por el rey visigodo Recaredo en 587.a Foto: A. Zárate |
La visita contó con
una nutrida presencia de socios de Urbs Regia e Hispania Nostra,
así como de miembros de la reciente plataforma ciudadana “Toledo, Sociedad,Patrimonio y Cultura”, y la excepcional colaboración del deán de la
catedral y el archivero de la misma, que con sus explicaciones hizo posible
conocer el monumento e inscripción conmemorativa que testimonia la consagración
“en el nombre del Señor de la Iglesia de Santa María en católico, el
día primero de los idus de abril, en el año felizmente primero del reinado de
nuestro gloriosísimo rey Flavio Recaredo, Era 625 [13 de abril de 587]”, en
el mismo lugar en el que posteriormente se levantaría la actual catedral,
construida a partir de 1226.
El profesor y
arqueólogo Arturo Ruiz Taboada nos hizo posible conocer “in situ”, de manera
excepcional y privilegiada, la mezquita de Tornerías y las excavaciones que él
dirige en ella y que están contribuyendo a enriquecer de manera significativa
el patrimonio histórico y monumental de nuestra ciudad. Sus explicaciones nos mostraron
los valores constructivos, simbólicos y afectivos de la Mezquita de Tornerías, en
funcionamiento en tiempos ya avanzados de la Edad Media en los que la ciudad fue
compartida de una u otra forma por practicantes de las tres religiones del
“Libro”.
Mezquita de Tornerías (28/09/2019). Foto: A. Zárate |
A continuación,
Arturo Ruiz Taboada nos condujo al piso inferior de la mezquita, donde quedamos
altamente sorprendidos por el valor histórico y artístico de lo que las
excavaciones empiezan a mostrar, trasladándonos a siglos anteriores a los de la
construcción de la mezquita que conocemos. Prueba evidente de la calidad de lo
excavado es la existencia de un arco supuesto de herradura rebajado, de
enormes dimensiones y monumentalidad, que nos habla de una construcción romana
de época muy tardía, tal vez vinculada ya al mundo visigodo, o bien de esa
misma etapa o de época temprana de la presencia musulmana, ya sea del emirato o
del califato, y en todo caso con coincidencias formales con el arco principal de
la puerta vieja de Bisagra, que el profesor Ruiz Taboada supo hacernos ver, no
sólo por las dovelas sino fundamentalmente por la clave y su decoración.
Arco monumental en planta baja de la mezquita de Tornerías (28/09/2019). Foto: A. Zárate |
Terminada esta
visita, guiados por el arqueólogo Juan Manuel Rojas, director del yacimiento de
Guarrazar, y Arturo Ruiz-Taboada, nos dirigimos a contemplar muestras representativas
de la presencia de los visigodos en nuestra ciudad, concretamente la magnífica
columna encastrada en el muro de la iglesia de las Santas Justa y Rufina y elementos
ornamentales del mismo origen aprovechados en el muro exterior de las Cuevas de Hércules, para terminar en la antigua iglesia de San Román. En el museo de los Concilios y la Cultura Visigoda, instalado en este edificio, se recogen numerosas piezas originales y
copias de época visigoda, algunas comentadas por Juan Manuel Rojas, que, de
nuevo, sirvieron para hacernos ver la riqueza e importancia de la aportación
visigoda a la construcción de la España posterior y de la Europa actual.
Explicaciones por Juan Manuel Rojas sobre elementos ornamentales visigodos
en muro exterior de las Cuevas de Hércules (28/09/2019). Foto: A. Zárate
|
La bajada desde el Casco Histórico hacia la Vega Baja, desde la parte alta del remonte de Recaredo para comer en Venta de Aires, sobre lo que fue la espina del Circo Romano y lugar en el que se hacen presentes recuerdos de la historia de nuestra ciudad a través de imágenes de viajeros e ilustres visitantes y artistas, nos permitió abarcar con la mirada el conjunto de lo que es Vega Baja. Desde la atalaya privilegiada de la Diputación provincial pudimos observar la excepcional vista de lo que fue suburbia de la ciudad romana y posteriormente visigoda, donde se alzaron edificios públicos, como el circo romano e infraestructuras para su funcionamiento, como el depósito de aguas procedentes del Tajo para la celebración de las naumaquias, desaparecido bajo la fábrica de la Consejería de Obras Públicas de la JCCLM, hoy de Fomento, el atribuido templo de Marte o Hércules, parcialmente bajo el colegio de las Carmelitas, y villae romanas bajo la Fábrica de Armas de las que se conservan magníficos mosaicos como los que se guardan en el Museo de Santa Cruz.
Allí mismo se
recordó la existencia de importantes edificios de época visigoda en la Vega
Baja: las Basílicas de Santa Leocadia, de San Pedro y San Pablo, el palacio de
los reyes visigodos y construcciones anejas identificadas en campañas de
excavación que llevan a los arqueólogos a hablar de restos de una auténtica
ciudad visigoda. Y como no, también se han identificado vestigios de época
musulmana de hasta el siglo IX, y al otro lado del río, justo enfrente, una de las principales almunias de Toledo, lo que al
parecer fue palacio de verano del gobernador de Toledo Abd Allah ibn Abd al-Aziz en
el siglo XI, muy modificado posteriormente hasta su transformación en Cigarral del
cardenal Sandoval y Rojas en el siglo XVI y monasterio de los frailes
capuchinos de San Francisco a partir de 1611 (Hoy Cigarral del Ángel).
Por si todo lo anterior fuera poco, basta observar el plano de Joseph de Arroyo Palomeque, entre otras múltiples fuentes documentales, para identificar junto a las ruinas del Circo romano, la iglesia de San Bartolomé, en la que trabajaron ni mas ni menos que Alonso de Covarrubias y Vergara, destruida como tantos otros edificios por la francesada en 1809, el conocido brasero de la Vega, el humilladero de Montero y el Cristo de la Vega, ocupando el lugar de la antigua basílica de Santa Leocadia. A todo eso se añaden aún las numerosas necrópolis de las tres culturas que ocupan grandes extensiones de la zona. También se prestó obligada atención a la importancia patrimonial de la Fábrica de Armas, asociada al sueño ilustrado e industrial de Carlos III, y a partir de los años 1922 al poblado obrero que adquiere su configuración actual a finales de los 1940 y principios de la década siguiente.
La vista del conjunto de Vega Baja y su prolongación por el otro lado del río, por La Peraleda, donde investigaciones del Dr. Ramon Gonzálvez, justificaron la ubicación del monasterio agaliense, en el que residió San Ildefonso en el siglo VI, sirvió también para mostrar las amenazas que para la conservación de los valores patrimoniales y paisajísticos de la zona supone el avance de la marea urbanizadora, recientemente evidenciada con la construcción de dos bloques de dudosos niveles sobre rasante por encima de lo aprobado en la UA 34 del POM de 2007, en la ampliación de Santa Teresa II. Estos edificios representan por su falta de adecuación estética, volumetría y construcción en cortina una de las mayores agresiones a los valores paisajísticos de la zona y del conjunto histórico, legalmente protegidos desde la declaración de Toledo como Monumento Histórico-Artístico en 1940 y sus posteriores calificaciones como Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1986 y Ciudad de Valor Universal Excepcional en 2013.
Por la tarde, se reanudó la visita de Vega Baja, pisando materialmente su terreno y recorriéndolo con las explicaciones de los dos arqueólogos que dirigieron técnicamente la actividad, Juan Manuel Rojas y Arturo Ruiz-Taboada. Fue entonces la ocasión de contemplar el estado de abandono en que se hallan elementos tan valiosos como parte del Circo Romano, con uno de sus pocos arcos conservados, ocupada en tiempos por un camping y ahora en total descuido, incluso bajo los efectos recientes de un incendio.
La situación de abandono en que se encuentran las zonas excavadas en las campañas arqueológicas de 2006 a 2009, que permitieron aflorar restos de la antes aludida ciudad visigoda y posterior ocupación islámica, sorprendió a todos, y más observando restos del trazado de antiguos viarios y muros, algunos de gran grosor, prueba de haber soportado alguna construcción importante. En la actualidad, los restos excavados permanecen abandonados a la intemperie, sometidos a la erosión de los agentes meteorológicos, y en el mejor de los casos, cubiertos con algunas lonas ya bastante desgastadas, por lo tanto, sometidos a riesgo de desaparición o de sufrir daños mayores a los ya experimentados por el devenir de la historia y a los que podrían haberse evitado si hubieran seguido ocultos, como lo estuvieron durante siglos.
Plano de Joseph de Arroyo Palomeque, 1720. Fuente Archivo municipal de Toledo |
Por si todo lo anterior fuera poco, basta observar el plano de Joseph de Arroyo Palomeque, entre otras múltiples fuentes documentales, para identificar junto a las ruinas del Circo romano, la iglesia de San Bartolomé, en la que trabajaron ni mas ni menos que Alonso de Covarrubias y Vergara, destruida como tantos otros edificios por la francesada en 1809, el conocido brasero de la Vega, el humilladero de Montero y el Cristo de la Vega, ocupando el lugar de la antigua basílica de Santa Leocadia. A todo eso se añaden aún las numerosas necrópolis de las tres culturas que ocupan grandes extensiones de la zona. También se prestó obligada atención a la importancia patrimonial de la Fábrica de Armas, asociada al sueño ilustrado e industrial de Carlos III, y a partir de los años 1922 al poblado obrero que adquiere su configuración actual a finales de los 1940 y principios de la década siguiente.
La vista del conjunto de Vega Baja y su prolongación por el otro lado del río, por La Peraleda, donde investigaciones del Dr. Ramon Gonzálvez, justificaron la ubicación del monasterio agaliense, en el que residió San Ildefonso en el siglo VI, sirvió también para mostrar las amenazas que para la conservación de los valores patrimoniales y paisajísticos de la zona supone el avance de la marea urbanizadora, recientemente evidenciada con la construcción de dos bloques de dudosos niveles sobre rasante por encima de lo aprobado en la UA 34 del POM de 2007, en la ampliación de Santa Teresa II. Estos edificios representan por su falta de adecuación estética, volumetría y construcción en cortina una de las mayores agresiones a los valores paisajísticos de la zona y del conjunto histórico, legalmente protegidos desde la declaración de Toledo como Monumento Histórico-Artístico en 1940 y sus posteriores calificaciones como Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1986 y Ciudad de Valor Universal Excepcional en 2013.
Por la tarde, se reanudó la visita de Vega Baja, pisando materialmente su terreno y recorriéndolo con las explicaciones de los dos arqueólogos que dirigieron técnicamente la actividad, Juan Manuel Rojas y Arturo Ruiz-Taboada. Fue entonces la ocasión de contemplar el estado de abandono en que se hallan elementos tan valiosos como parte del Circo Romano, con uno de sus pocos arcos conservados, ocupada en tiempos por un camping y ahora en total descuido, incluso bajo los efectos recientes de un incendio.
La situación de abandono en que se encuentran las zonas excavadas en las campañas arqueológicas de 2006 a 2009, que permitieron aflorar restos de la antes aludida ciudad visigoda y posterior ocupación islámica, sorprendió a todos, y más observando restos del trazado de antiguos viarios y muros, algunos de gran grosor, prueba de haber soportado alguna construcción importante. En la actualidad, los restos excavados permanecen abandonados a la intemperie, sometidos a la erosión de los agentes meteorológicos, y en el mejor de los casos, cubiertos con algunas lonas ya bastante desgastadas, por lo tanto, sometidos a riesgo de desaparición o de sufrir daños mayores a los ya experimentados por el devenir de la historia y a los que podrían haberse evitado si hubieran seguido ocultos, como lo estuvieron durante siglos.
Bloques nuevos de la UA 34 Ampliación de Sta. Teresa, a escasos metros
del Circo romano (28/09/2019). Foto: A. Zárate
|
Finalmente, se tuvo ocasión de contemplar otra de las actuaciones urbanísticas más recientes en la zona, la construcción con colaboración del Ayuntamiento, Real Fundación y Universidad de CLM de una senda peatonal bordeada por un hilera de moreras sobre suelo levantado artificialmente y de manera previa para cubrir restos ya excavados, y todo ello en un trazado que coincide materialmente con el vial 5 previsto por los planes de urbanización de la zona, de nuevo, sobre el mismo espacio en el que en 2006 se había previsto un PAU de 1300 viviendas, que la presión ciudadana y de las instituciones culturales consiguió paralizar entonces y que el presidente Barreda decidió transformar en parque arqueológico mediante la declaración de BIC en 2008. La sorpresa de los asistentes no pudo ser mayor cuando se les explicó que la modificación 28 del PGMOU de 1986, aprobadas por el Ayuntamiento inicialmente el 28 de junio de 2018 y por la JCCLM el 21 de diciembre del mismo año, prevé de nuevo la construcción de aquellas 1.300 viviendas, ahora dentro de la declarada zona BIC de ampliación Vega Baja.
Se comentaron también reiteradas declaraciones
de la alcaldesa de Toledo y del concejal de urbanismo afirmando que nunca se
construirá ese volumen de viviendas, aunque siempre sin precisar el número que
sí será permitido y, en cualquier caso, por pequeño que sea ese número, siempre
lo será sobre un espacio declarado BIC y en el que se encuentran restos del pasado
contemplados en nuestro recorrido por la zona. Por otro lado, nadie pudo
comprender que si realmente el ayuntamiento estuviera decidido a no construir sobre
ese BIC, no anulara simplemente lo dispuesto en la Modificación 28, cuya documentación
puede ser consultada por cualquiera en el Anexo al Boletín Oficial de la
Provincial de Toledo, número 8, del 11 de enero de 2019, fecha
pues bien reciente, y en franca contradicción de hechos de valor jurídico frente
a palabras más o menos oportunistas para salir del paso ante preguntas incomodas
de la prensa y denuncia presentada el 1 de febrero de 2019 por expoliación de
patrimonio ante el Ministerio de Cultura.
De manera
anecdótica, la sorpresa de los visitantes se vio aún incrementada al comprobar la
imposibilidad de acceder a la senda peatonal por la construcción de una verja
metálica, de gran solidez, que lo impide. De ese modo, la justificada en su
momento vía para resolver la comunicación entre Palomarejos, Santa Teresa y el
Poblado Obrero con la barriada de San Pedro el Verde y las márgenes del río,
con presencia de la alcaldesa y representantes de las instituciones
participantes, recogida ampliamente por la prensa y con una inversión de 350.000 €, resulta inútil
y viene a añadir un elemento más de abandono a la Vega Baja y de desconcierto
de la Corporación municipal para resolver la gestión de una superficie mucho
mayor que la ocupada por el Casco Histórico pero de valor arqueológico, paisajístico
y ambiental que deber ser antepuesta a cualquier otra consideración y que debe
ser tratada en su conjunto, no con actuaciones esporádicas y parceladas,
incluso aunque cada una de esas actuaciones fuera acompañada de un Plan
Especial. Como en tantos foros y publicaciones venimos manifestando, la Vega
Baja, con su prolongación por La Peraleda, necesita un tratamiento integral y,
a su vez, ese tratamiento ha de formar parte de un proyecto de ciudad, absolutamente
necesario, como venimos insistiendo también en manifestaciones y en
publicaciones desde el análisis y la visión del geógrafo, entre ellas en “El
paisaje y el río Tajo como proyecto global de ciudad“, pp. 145 a 206 de “Toledo en Cien años”, editorial Ledoria, 2018, y ese tratamiento global de ciudad
lo venimos defendiendo desde 1984, aunque con el éxito que se ve.
Presentación senda peatonal. Fuente y foto:
La Cerca.com (17/05/2019) |
Senda peatonal con valle impidiendo el paso (28/09/2019). Foto: A. Zárate |
En todo el recorrido
efectuado por la Vega Baja, se tuvo ocasión de comprobar con información de
primera mano, materializada en informes y publicaciones científicas, que todo
el espacio afectado por esta denominación y realidad geomorfológica
incuestionable, con prolongación por La Peraleda, es zona arqueológica,
merecedora de este calificativo y consideración legal de acuerdo con el
artículo 8 de la Ley de Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha de 2013, pero
también es una zona de valor medioambiental y paisajístico excepcional, en este
caso por su dialogo estético y relaciones de todo tipo con el Conjunto Histórico-Artístico,
del que bajo cualquier consideración forma parte.
Todos pudimos
comprobar sobre el terreno la espectacularidad de un paisaje fuera de lo
habitual contemplado desde la Vega Baja, por la naturaleza de su emplazamiento y
por ser uno de los pocos paisajes urbanos de Europa que se conserva en 2019
prácticamente tal como era en el siglo XVI, como fue representado por Anton van
Wyngaerde en 1563, por Franz Hogenberg en 1572 en su
colección de grabados de Civitates Orbis Terrarum o por El Greco, entre
1598 y 1599. Así se comprenden perfectamente las razones que justificaron la
calificación de la zona por las Instrucciones de la Dirección general de Bellas
Artes de 1968 como “cono visual y de protección de paisaje”. Por eso
mismo, parece imprescindible y prioritario a toda posible actuación y decisión
de intervención en Vega Baja, que todo ese espacio sea integrado de manera
inmediata y a todos los efectos, lo mismo que la Vega alta, dentro del Conjunto
Histórico. Hay que entender, pues, que el Conjunto Histórico no se reduce al
espacio delimitado por las murallas y poco más allá de las mismas, con el Tajo
y los Cigarrales. De ese modo, se considera inadecuado por insuficiente lo
dispuesto en el artículo 101 de la Modificación 28 del PGMOU de 1986 referido a
la elaboración de un Plan Especial de Protección del Recinto y Conjunto
Arquitectónico Histórico Artístico que se limita a las siguientes áreas: Conjunto Histórico Artístico, intramuros,
incluido Covachuelas, Circo Romano, Tavera y Los Bloques, Antequeruela, Los
Cigarrales, Mirabel y La Cerca, dejando la parte de la Vega próxima al río y de
manera muy indefinida a un El Plan Especial de recuperación y Protección
Ecológica y del paisaje del Tajo y sus Márgenes, dentro, del artículo 103 de
dicha Modificación puntual.
Zonas de protección de paisaje y conos visuales. Fuente: PECH 1997 |
Fragmento de la Vista de Toledo con la Vega Baja. El Greco, 1598 |
Las vegas, alta y baja, son piezas indisolubles de lo que es un mismo paisaje cultural y las vistas del conjunto monumental, elevándose majestuoso a unos 100 metros por encima de las superficie llanas y despejadas del fondo del valle del Tajo, de las vegas del río, fueron determinantes para la declaración de Toledo como Monumento Histórico-Artístico en 1940, como Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1986 y Ciudad de Valor Universal Excepcional en 2013. Sin esas vistas, con las vegas urbanizadas y construidas, Toledo sería otra cosa, nuestra ciudad habría dejado de ser el caso único y excepcional desde el punto de vista paisajístico que todavía es hoy y perdería los motivos por los que atrae a artistas del mundo y a más de 3 millones de visitantes anuales. Para comprobar cómo sería la ciudad sin las superficies actuales libres de edificación en las vegas, basta con acercarse a los bloques en construcción de la UA 34, Ampliación de Santa Teresa, y observar como la silueta urbana del conjunto histórico se reduce hasta desaparecer de la vista del observador, sólo los privilegiados residentes de la fachada meridional del segundo de los bloques previstos, actualmente en construcción, dispuesto a modo de cortina, podrían gozar de sus vistas, al resto de ciudadanos y visitantes llegados del exterior, se les habrá hurtado esa posibilidad y con ello habrán perdido un valor patrimonial e identitario imposible de recuperar. De ahí que la defensa del paisaje se convierta en pieza fundamental de los valores patrimoniales de la Vega Baja y La Peraleda que han de ser conservados a toda costa, y más cuando no hay argumentos de ningún tipo interés colectivo y social que avalen su desaparición.
En conclusión,
consideramos que la visita realizada al Toledo visigodo el pasado 28 de
septiembre ha sido un éxito en todos los sentidos y un paso importante en la
difusión social de los valores arqueológicos y paisajísticos de la Vega Baja y
La Peraleda. Desde la Plataforma Toledo, Sociedad, Patrimonio y Cultura queremos
dejar constancia de nuestro agradecimiento a Urbs Regia-Hispania Nostra,
especialmente a su directora, Dña. Pilar Tormo de Vidales, por la iniciativa
y organización del evento, así como por habernos permitido participar en él.
También agradecemos la imprescindible colaboración del archivero de la catedral,
que nos acompañó y documentó en su interior, y la labor realizada por los
arqueólogos Arturo-Ruiz Taboada y Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo, ya que sin las explicaciones,
comentarios y ayuda de todos ellos nada habría sido posible ese día, y reconocemos
también la importancia del interés, de las opiniones, los comentarios y las
ideas expuestas por todos los participantes en lo que fue una auténtica jornada
del patrimonio. En definitiva, todos pudimos disfrutar de una jornada de
ilusiones en torno al conocimiento de nuestra historia y la defensa y puesta en
valor de valores patrimoniales que hoy están amenazados por un urbanismo propio
de otros tiempos, que son elementos
identitarios de nuestra cultura y aportaciones para la construcción de una
Europa cada vez más unida y de un mundo cada vez más solidario, y que aspiramos
a ser capaces de trasmitir de manera viva y lo mejor conservado posible a las
futuras generaciones.
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